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sábado, 18 de julio de 2009

Ella se llamaba Laura...

La dura realidad me golpeó fuerte esta semana.
Es que falleció la hija de un vecino y cliente de mi marido. Yo la conocía bien porque trabajaba en un almacén donde suelo comprar hasta 4 veces a la semana, ya que está muy cerca de mi casa, y siempre hay algo que te hace falta para cocinar. Ella era siempre amable, siempre atenta y dispuesta a asesorarte (cosa que no todos los empleados de Mirta hacen). Y es que, cuando eres extranjera las compras cotidianas se te pueden complicar cuando la gente no entiende lo que quieres llevar porque se usan nombres distintos para el mismo producto. Aunque hablemos español, muchas cosas se llaman de otra manera acá.
Sólo tenía 22 añitos... y estaba embarazada. Supongo que contrajo la gripe A cuando visitaba a su tía, que falleció a los 36 años por complicaciones del cáncer (neumonía), justo cuando ella empezó con los síntomas.
Laura falleció por que no se tomó el medicamento que recomiendan para la influenza. No sé si fué decisión de ella, o fué por que los médicos se lo recomendaron. El caso es que ella ya no está con nosotros porque no se tomó el medicamento. Agonizó 3 semanas, luego de dos comas farmacológicos.
Ya sé que cuando estás embarazada te prohiben que tomes la mayoría de los medicamentos, pero éste, bien que se sabía, era un caso de vida o muerte. Ya se tenían los antecedentes que lo vital en la gripe A era tomar el medicamento A TIEM-PO! Seguramente soy muy egoísta, y algunos hasta me tildarán de asesina, pero! que importaba la vida del bb que esperaba si peligraba la de ella ? Siendo tan joven! si tenía toda la vida por delante, si podía tener media docena después, si ella lo hubiese querido.
Si tan sólo se hubiera tomado el medicamento a tiempo.
Y me siento tan mal y tan miserable porque yo le envidié su hijo.
Porque le dije bromeando: Chin! ya me ganasteee! Una más que se me adelanta. Y es que, como se lo había comentado a ella, muchas de mis alumnas salen embarazadas, pero ellas, claro, sin desearlo.
Seguro, Dios sabe lo que hace, y por eso no me manda hijos a mí, porque yo no hubiera dudado en tomarme el remedio. Seguramente por eso, no merezco ser madre. Yo no tengo la vocación de sacrificio que ella tuvo....
Y si yo me siento tan mal por ella, no quiero ni pensar cómo estará su padre, que perdió en menos de un mes, a su única hermana y a su única hija.
Laura, descansa en paz, no estás sola, tu bebé siempre te acompañará. A los que nos dejaste solos, sin tu dulce presencia, fué a nosotros.

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