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Yo soy Mexicana

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martes, 23 de marzo de 2010

De compras en Tamaulipas



Entre el Abecedario (La mafia de los Zetas), los narcos (en esa latitud, el cártel del Golfo, los famosos CDG) , el Ejército y la Procu, así se viven los días ahora en mi natal y otrora orgullosa Tamaulipas.

La vida dejó de ser normal allá. Los comercios cierran más temprano, la gente en la noche no sale a menos que sea algo de extrema urgencia. Hay ausentismo en las escuelas.

Siempre decimos los mexicanos que no hay problema con toda esa violencia, que sino estás involucrado con la droga, no te pasa nada. Con excepción de la mala suerte que puedas tener y te toque una bala perdida. Pero estos niveles ya son intolerables, al mismo nivel que tenía Colombia hace algunos años.

Hay cientos de muertos por esta guerra entre narco-mafia-gobierno en Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Nuevo León, Cnhihuahua, Tamaulipas, Veracruz, etcétera, etc. El nivel de corrupción es tan grande, que todos los organismos están contaminados. En todos los niveles de gobierno hay "arreglos" con uno u otro bando.

Que estamos esperando los mexicanos? Que nos invada el ejército de USA para controlar el país?

Aviso que eso se vé venir. Y no sería la primera vez que nuestros hermanastros, los p... gringos lo hicieran, porque los salvajitos Centro y SudAmericanos no se saben gobernar (así es, para los gringos los mexicanos somos centroamericanos, subieron el mapa de América del Norte para sacarnos). Dentro de poco, seremos una asquerosa estrella más en la banderita esa. Así como los puertoriqueños. O a lo mejor sólo nos invaden y controlan como en Colombia.

Que lamentable que sigamos siendo el maldito patio trasero de los yanquis. Y lo peor, es que siempre, siempre lo seremos. Al menos por situación geográfica.

La semana pasada en un banco de Buenos Aires me preguntaba una cajera si en México estábamos al mismo nivel de violencia que acá. La verdad, y no es mala palabra, pero la violencia y el crimen que hablan aquí, ésos, comparados con los de mi país, ésos son PENDEJADAS. Como siempre les digo a mi marido, los argentinos lloran de gusto. Y si no me creen, échele un ojo a este blog.